06 septiembre 2007

Pavarotti, in memoriam

Se nos ha ido el gran Luciano, sin duda una de las mejores voces del siglo XX ya extinto. Operado de cáncer de páncreas el año pasado, su salud se ha ido deteriorando a lo largo de los últimos meses, en los que apenas ha podido dar unas clases a unos cuantos alumnos y echar unas partidas de cartas con sus amigos de la infancia. Ha fallecido esta madrugada rodeado de su familia en su casa de Módena (Italia).
La experiencia de escuchar a Pavarotti siempre ha sido la de dejarse abrazar por su voz: amplia, nítida, con una cierta cavernosidad que envuelve nuestro sentido en un estremecedor conjunto. Hijo de un panadero amante de la ópera, debutó el 29 de abril de 1961 en el Teatro de Reggio Emilia con el papel de Rodolfo de la ópera La Boheme, de Puccini. Para el recuerdo queda este fragmento documental donde le vemos cantar con su padre (¡cómo cantaba su padre!) y en un instante de aquella noche histórica cantando la famosa aria Che gelida manina en compañía de su inseparable Mirella Freni.

Tras aquella representación comenzó una carrera que se ha extendido hasta los últimos años del siglo. En el camino quedan muchos hitos en la interpretación operística y, por suerte, nos han quedado muestras de su gran talento a través del disco, como el extraordinario registro que hizo junto a Mirella Freni y Herbert von Karajan de La Boheme de Puccini en 1972 (Decca). Si no lo tienen, háganse con él. No se arrepentirán. Hoy, junto a Alex Ross, de The New Yorker, le rendimos homenaje con una de sus actuaciones en la Scala de Milán junto a Ileana Cotrubas en 1979.

Obituarios de los críticos Anthony Tommasini en The New York Times y Andrew Clark en Financial Times.
Texto: Felipe Santos

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